
Un mes más tarde.
Le habían reducido el horario laboral, no había tantos clientes que se mantenían fieles a su firma financiera y empezaron a prescindir de algunos trabajadores. Tras siete años pasando desapercibido en la oficina temía que un día le llamaran al despacho y confirmaran sus sospechas.
Aquella mañana se disponía a ir a tomar un cafe a la maquina cuando Violeta, la directora de relaciones públicas, entró en la sala de descanso. Iba con un traje de chaqueta bastante ceñido y por encima...